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CUARENTA AÑOS DE LIMNOLOGIA EN URUGUAY

Rafael Arocena, Director y Prof. Adj. de la Sección Limnología, Facultad de Ciencias

RA1 Mentira que veinte años no es nada. Y mucho más cuarenta. En tanto tiempo se forman y consolidan varios grupos humanos. Se preparan, integran, promueven y desarrollan muchas generaciones de científicos. Y se despiden otras que toman sus caminos propios. Se reúne bibliografía, se consigue equipamiento, se aprenden técnicas, se procuran fondos. Así, lentamente, paso a paso, fuimos haciendo ciencia. Ciencia colectiva, aprendiendo a discutir y a convivir. Siempre hubo también quienes creen más en el destaque individual que en el quehacer colectivo. Son los que solo apoyan a los exitosos. 

Primero fueron laRA 2s lagunas costeras -¿de qué se alimentan nuestras aves migratorias?-, tal vez por nuestro origen oceanográfico. Luego el río Santa Lucía, por su importancia estratégica nacional -¿cuáles son sus principales problemas?. Siguió el arroyo Carrasco por aquellos años de malos olores y primeras voces ambientalistas, que lo llevaron -y nos llevaron- por primera vez a los medios. A la vez aparecieron publicaciones. Los grandes embalses trajeron convenios y fondos, pero los pequeños lagos artificiales fueron los modelos para enfrentar nuevos problemas. Con nuevas teorías y soluciones.

Todos estos ecosistemas debieron abordarse al principio por algunas de sus partes constitutivas: el agua y lo que lleva disuelto y en suspensión, las bacterias, las algas, las plantas, los invertebrados, los peces, en una especie de progresión evolutiva. Hasta poder relacionarlo todo. Química y algas explican la producción primaria de biomasa, la que bacterias e invertebrados ayudan a descomponer, reciclando nutrientes, incorporando alimentos para otros como los peces, en una compleja red trófica. Organismos que se vinculan mediante procesos, ubicados simultáneamente en un ambiente determinado, forman un ecosistema al que volvemos finalmente para intentar entenderlo como un todo.

Pero todo este trabajo requiere de una infraestructura y una logística. Arrancamos por los ochentas en la vieja Humanidades y Ciencias de Tristán Narvaja. Altos techos en un salón de clases prácticas reconvertido en laboratorio: un tercio escritorios apretados, un tercio mesadas y piletas para análisis químicos, contaminados con el humo de la calle Paysandú, y en la pared opuesta otro tercio de mesadas con microscopios. En los noventas se hizo un entrepiso: escritorios arriba, laboratorio abajo. En el 98 nos mudamos a Malvín Norte: la misma superficie, pero compartimentada en los dos laboratorios -ahora mejor equipados-, y cuatro cubículos para uno, dos y hasta tres docentes. Paralelamente evolucionó el transporte para las salidas de campo, que son nuestro modo de observación, registro y experimentación. De un viejo jeep Willys con remolque, que demoraba cinco – seis horas a la laguna Castillo, a una pick-up C10, luego una moderna Nissan cerrada y finalmente las sucesivas flotas de dobles cabinas. 

RA 3Empezamos liderados por nuestro fundador, Wilson Armando Pintos, licenciado en ciencias biológicas, profesor de Ecología. El nos alentó a formarnos especializándonos, de modo de cubrir el estudio de las distintas comunidades. Nos envió a congresos y cursos en el exterior, como los que él había realizado en Chile, España y Austria. A aprender y a conocer colegas destacados, con los que establecimos provechosas relaciones académicas, que nos permitieron -entre otras cosas- hacer los primeros posgrados. Wilson nos fue dejando antes de la mudanza a Malvín. Debimos cubrirlo como pudimos, coordinando más que dirigiendo, conduciendo un quehacer colectivo más que liderando un equipo. 

El primer año (1984) a Wilson lo acompañaban cinco estudiantes avanzados. Al año nos sumamos otros cuatro, y llegaron seis más, y luego otros cuatro. Empezaron las sustituciones, algunos cargos, proyectos, pasantías. Hasta el 2004 habían pasado unos 50 investigadores por Limnología, contando hasta nueve o diez cargos presupuestados, en su mayoría grado 1. Actualmente somos seis en Montevideo, aunque de mayor grado (promedio 3).

RA4

Estos 40 años fueron de cambios profundos. En la sociedad, la política, la economía, la universidad, la ciencia, y sobre todo la tecnología. Aumentó en la sociedad el reconocimiento a la universidad, a la ciencia, a los temas ambientales, desafiándonos a ser cada vez mejores y a difundir claramente nuestro trabajo, así como a concertar convenios de investigación con organizaciones públicas y privadas. Hubo importantes aumentos al presupuesto universitario, mejorando los sueldos docentes, las becas estudiantiles, los locales, la presencia en todo el interior, los equipos. Esto fue posible no solo gracias a acertadas decisiones políticas, sino a la economía del país. La ciencia se universalizó aún más gracias al desarrollo de las comunicaciones, y se democratizó gracias al mayor acceso a las tecnologías, tanto para los científicos como para el público. Pero no todos pudimos o quisimos sobrellevar el ritmo de los cambios, optando por aceptar algunos y desistir de otros, a la vez que traspasábamos nuestra experiencia a los más jóvenes, mejor preparados para los nuevos tiempos. Esperemos haber dejado una base apropiada sobre la cual otros continuarán nuestros esfuerzos, despegando su quehacer científico y docente de maneras tal vez hoy inimaginables.

 

28/12/2024

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