Este artículo pertenece a una serie de notas elaboradas en el marco del Taller de escritura de Divulgación Científica 2023. Fue elaborada por Ignacio del Pino, estudiante de la Facultad de Ciencias.

 

Entrelazamiento cuántico, el Brahman y la muerte

Escribe: Ignacio Del PIno

 

EL NAUFRAGIO DEL SOSIEGO Y UNA PREGUNTA DESESPERANZADORA 

Desde pequeño siempre fui curioso y hallé gran regocijo en aprender cosas nuevas. Por ello,  a la hora de mirar la televisión en casa, nunca tuve problema en sostener la atención cuando  se emitían largos documentales en Nat Geo o Discovery Channel. Los miraba con atención  milimétrica y sin emitir un bostezo, siempre de principio a fin, con la felicidad asegurada de  que, una vez emitidos los créditos, sabría algo nuevo. 

Las pocas veces que no llegaba a la conclusión de los capítulos era por factores externos:  acompañar a mamá a hacer los mandados, era hora de hacer la tarea o al otro día se  madrugaba y había que cenar temprano. Pero hubo una vez que no logré concluir un  documental por una razón que era completamente mía.  

El episodio trataba de un hombre que naufragaba en medio del océano Pacífico y quedaba  varado en su seno, con la sola compañía de un chaleco salvavidas y una distancia abismal  entre su posición y la costa más cercana, sin halos de faro en la lejanía y encadenado a un  hostil desierto oceánico. 

No pude terminar de mirarlo. Ver a un humano en esa situación tan propensa a la desdicha me hacía perder toda la calma que en la mayoría de las ocasiones un documental sobre el  rubro oceánico me brindaba. La verdad es que nunca supe (ni sabré) acerca de la suerte del  náufrago. Quizás su destino fue llegar a tierra, pero algo dentro mío me decía que lo más  probable es que hubiese sufrido una adversa fortuna tras perder la batalla por mantenerse a  flote en la vorágine de algún valle de olas. 

Naturalmente, me olvidé del episodio inconcluso pero varios años más tarde volvió a mí con  una nueva sensación y una etimología muy distinta. Reparé en que lo que me pesaba de esta  historia no era solo la desesperanza de un náufrago desnortado, más allá de lo desesperante  que puede llegar a ser hallarse sin rumbo en un charco monstruoso de agua infinita y  márgenes difusos. No, era un sentimiento de otra estirpe, mucho más cobarde que ese. Lo  que disparaba este paroxismo de desasosiego era la analogía para nada pueril que irrumpió  en mis pensamientos con tanta fuerza y significado que me hacía humano. El incontrolable

océano me significaba una alegoría de nuestra desestimable y burlesca pequeñez en el mundo  y más aún, lo insignificante y anodino del lugar del ser humano en una tierra perdida en la  inmensa vastedad del cosmos. Representaba la conciencia de nuestra frágil finitud y la visión  del hombre como súbdito de una vida que pende constantemente de un hilo,sujeto a romperse  ante la más moderada catástrofe. El náufrago era una personificación de la sumisión humana  ante el yermo cósmico y el episodio en cuestión, además de ser el génesis de una fobia, fue  la levadura que haría crecer esta aprensión hacia el término de nuestro desarrollo vital, pero  que también expandiría las dimensiones de un alma consciente, que comenzaba a racionalizar  que la vida es un concepto caduco y no estaríamos en este mundo para siempre. 

Para alguien que cree en el concepto de Dios, en su interpretación más habitual a la que  estamos acostumbrados en occidente que es la Judeo-Cristiana, la muerte puede ser una nueva etapa diferente de consciencia (interpretándose esta como otra forma de Ser), desligada  de dolor y la tarea de cumplir con las tediosas obligaciones rutinarias, y que representa el  culmen del sosiego espiritual.  

La imagen que se ha dado de la muerte es el aparejado ingreso a un paraíso (aunque este no  sea un lugar físico), de plena comunión con Dios y con toda la creación. Si bien esta implica  una desaparición física, explica una transformación de la persona que mantiene siempre su  identidad, donde se da el verdadero conocimiento de lo que realmente somos en un lugar  cercano a Dios y que debe ser celebrada. Un claro ejemplo de este concepto, que según esta  religión es esperanzador, es la carta que el teólogo Leonardo Boff compartió en su libro “Los  Sacramentos de la Vida”, escrita por sus hermanos (nacidos todos, al igual que él, en el seno  de una familia religiosa) donde notificaban de la defunción de su padre: 

«[…] esta carta es, sin embargo, diversa de las demás y te trae una hermosa noticia,  una noticia que, contemplada desde el ángulo de la fe es en verdad motivo de alborozo. Dios  exigió de nosotros, hace pocos días, un tributo de amor, de fe y de embargado agradecimiento.  Descendió al seno de nuestra familia, nos miró uno a uno, y escogió para sí al más perfecto,  al más santo, al más duro, al mejor de todos, el más próximo a él, nuestro querido papá. Dios  no lo llevó de entre nosotros, sino que lo dejó todavía más entre nosotros. Dios no llevó a  papá sólo para sí, sino que lo dejó aún más para nosotros. No arrancó a papá de la alegría de 

nuestras fiestas, sino que lo plantó más a fondo en la memoria de todos nosotros. No lo hurtó  de nuestra presencia, sino que lo hizo más presente. No lo llevó, lo dejó. Papá no partió, sino  que llegó. Papá no se fue, sino que vino para ser aún más padre, para hacerse presente ahora  y siempre». 

Desafortunadamente, para las personas que han escogido distar de un camino  religioso y sus máximas, y no cuentan con la esperanza de un paraíso de esta índole, el futuro  puede ser un poco desesperanzador ya que la muerte significa el final último del trecho  consciente para una persona. La muerte es un concepto infame que produce exasperación y  que hasta tiene asociado un nombre para describir el sentimiento de ansiedad y temor que  genera: la tanatofobia. 

La finitud de nuestra existencia produce un natural afloramiento de esas preguntas que todos hemos hecho alguna vez: ¿cuál es el sentido de mi vida si tiene un final? ¿Tiene siquiera un  sentido intrínseco? ¿Acaso la vida acaba con una comitiva lúgubre y un posterior mecanismo  de olvido por parte de seres queridos? ¿De verdad el fin de todo esto es entregarse al destino  de acabar descarriados en un agujero sucio de barro pardo, adornado con cruces y  dedicatorias con orín a causa de la intemperie y alguna que otra flor artificial fabricada en plástico y alambre?  

Cualquiera de estas preguntas es válida y representa esta cualidad que nos distingue del resto  de los animales: el raciocinio. En esta reflexión, intentaré dar otra visión, a mi gusto menos fatídica, de lo que significa la muerte y existir. Acudiré por un lado a la física, y por otra, a  una filosofía religiosa que se conoce poco en occidente (pero que practica la mayoría de personas en la parte oriental del mundo) y que curiosamente tiene un paralelismo con la  filosofía que se desprende de la física moderna. 

HINDUISMO Y BRAHMAN 

El hinduismo es un sistema religioso que tiene su origen en la India e implica un amplio  cuerpo socio-religioso compuesto de un gran número de sistemas filosóficos que dan lugar a  distintas ceremonias y rituales donde se veneran incontables dioses. En oriente, su práctica  se considera una cosmogonía y una forma de vivir.

Así como el pilar literario de la espiritualidad cristiana es la Biblia, la fuente espiritual del  hinduismo radica en una colección de escrituras antiguas hechas por sabios anónimos, llamadas los Vedas. Cada uno de estos se compone de varias partes que fueron recopiladas entre los siglos XV y V a.C. Las partes más antiguas son himnos y oraciones sagradas. Las  que le siguen tratan de sacrificios rituales relacionados con los himnos védicos, y las últimas,  llamadas los Upanishads, presentan un contenido altamente filosófico y práctico. Los  Upanishads contienen la esencia del mensaje espiritual hinduista y han sido guía e inspiración  de las mentes más grandes de la India durante los últimos veinticinco siglos. 

Sin embargo, la mayoría de los pueblos que practican esta religión, han conocido sus  enseñanzas, no de los extensos Vedas, sino de varios cuentos populares extraídos de epopeyas que contienen sus ideas. 

Una de estas epopeyas, el Mahabharata, contiene el texto sagrado por excelencia de la India:  el poema espiritual denominado el Bhagavad Gita, palabra que se ha hecho muy famosa por  la reciente estrenada película Oppenheimer. El Gita, como normalmente se le conoce, es un  diálogo entre el dios Krishna y el guerrero Arjuna, quien se encuentra desesperado al verse  obligado a combatir contra sus propios parientes en la gran guerra familiar que constituye la  historia principal del Mahabharata. Krishna, disfrazado como auriga de Arjuna, conduce su  carro entre ambos bandos y en medio de la dramática escena de la contienda que se desarrolla, empieza a revelar a Arjuna las verdades más profundas del hinduismo. A medida que Krishna  habla, el fondo realista de la guerra entre las dos familias comienza a desvanecerse y se ve  claramente que la batalla de Arjuna es la batalla espiritual de la humanidad, la batalla del  guerrero en busca de la liberación. La enseñanza y revelación espiritual que comunica el dios  reside en la idea de que la multitud de objetos y seres y situaciones que suceden en el mundo  no son más que manifestaciones de una misma “realidad última”. El concepto de esta realidad  última se conoce como el Brahman y es el que le da al hinduismo su carácter monista, a pesar  de que esta doctrina sea esencialmente politeísta. 

Brahman somos tú, yo, estas palabras y todo lo que existió, existe y existirá, por ende, Brahman es vida y también es muerte. Es la esencia de todas las cosas, de dimensiones  infinitas que trasciende todos los conceptos y calificativos, es inconcebible e inenarrable por 

el intelecto finito del ser humano y, por ende, incapaz de ser descripto por nuestro acotado  lenguaje. 

La manifestación de Brahman en el alma humana se conoce como atman. La esencia de los  Upanishads reside en que la realidad última y el atman, que puede considerarse una realidad  personal de cada ser humano, son la misma cosa, como así se expresa en el Chandogya (uno  de los principales Upanishad): 

«Aquello que es la más fina esencia -el alma de todo este mundo-. Esa es la realidad.  Eso es atman, eso eres tú». 

Desde este punto de vista, la línea que dibuja la muerte entre lo que en el cotidiano se conoce  vida y aquel lapso atemporal que le sucede, no es más que una concepción errónea de nuestra  mente, que todo lo clasifica e intenta distinguir con el fin de asimilar. La esencia de los  Upanishads arroja luz sobre un concepto tan umbroso como la muerte, proyectando la línea  de la vida más allá de la muerte física. Según el hinduismo, morir es una forma de volver a  ser parte del todo, un todo al que siempre pertenecimos y cuyo sentido de no pertenencia no  es más que un divorcio intelectual de la realidad, un engaño. Como expresaba el gran escritor  Hermann Hesse en su novela Siddhartha mientras este último, personaje hindú de  pensamientos profundos y principal de la historia, reflexionaba junto al sabio barquero  Vasudeva: 

«Un día le preguntó: 

- ¿También a ti te enseñó el río aquel secreto: que el tiempo no existe? Una clara sonrisa iluminó el rostro de Vasudeva. 

-Sí, Siddhartha -repuso-. Te estarás refiriendo sin duda a lo siguiente: que el río está a la vez  en todas partes, en su origen y en su desembocadura, en la cascada, alrededor de la barca, en  los rápidos, en el mar, en la montaña, en todas partes simultáneamente, y que para él no existe  más que el presente, sin la menor sombra de pasado o de futuro. 

-Así es, -dijo Siddhartha -. Y cuando me lo enseñó, me puse a contemplar mi vida y advertí  que ella también era un río y que nada real, sino tan sólo sombras, separan al Siddhartha niño  del Siddhartha anciano. Las encarnaciones anteriores a Siddhartha tampoco eran un pasado, 

como su muerte y su retorno a Brahma no serán ningún futuro. Nada ha sido ni será; todo es,  todo tiene una esencia y un presente. 

Siddhartha hablaba con gran entusiasmo; esta revelación lo había hecho muy feliz. Oh, ¿no  era acaso el tiempo la sustancia de todo sufrimiento? ¿No era el tiempo la causa misma de  todo temor y de toda tortura? ¿No se suprimiría acaso todo el mal, toda la hostilidad del  mundo en cuanto el tiempo fuera superado, en cuanto se aboliera la idea del tiempo?». 

Hesse sabía muy bien de lo que estaba hablando, influenciado por la filosofía hinduista, bien  conocía que este engaño tiene nombre propio, es el maya y hace referencia precisamente a la  ilusión de tomar por realidad las formas y cosas como entes separados, a considerar el mundo  como si estuviese fragmentado en partes más pequeñas. Liberarse del encanto de maya y  percibir que todo lo que entra por nuestros sentidos es parte de la misma realidad, que soy y  somos Brahman, significa una liberación para el hinduismo, llamada moksha. Estado al que  debemos acercarnos para entender la vida en un transcurso menos pesado y atado a una fecha  límite impuesta por esta creación tan nuestra llamada tiempo. 

Discutiblemente, las religiones han constituido guías de acción morales para la humanidad,  el hallazgo de un propósito de vida, satisfacción, remanso y templanza en tiempos  dificultosos. Un ejemplo de este último punto es aquel momento donde se pierde a un ser  querido, como mencionamos previamente, la fe es aquello que nos aleja del duelo y nos  permite festejar lo que en otras circunstancias ideológicas significaría dolor. Pero, ¿hay  alguna base científica para darle valor a estas creencias de que en realidad la muerte es un  imaginario pretencioso, como nos enseña el hinduismo? 

A comienzos del siglo XX comenzaban a darse los primeros desarrollos teóricos y  experimentos que conformarían la física cuántica y también la relatividad, principales ramas  de estudio dentro de la física moderna. Estas teorías significaron un cambio de paradigma y  con ello, una nueva filosofía e interpretación de la realidad que arrojaban las ecuaciones. Su  formulación nos llevó a adoptar una visión mucho más holística y general sobre el cosmos,  de manera similar, a como lo sugiere el hinduismo. 

LA CUÁNTICA ESTÁ LOCA 

La Mecánica Cuántica (MC) es una teoría capaz de explicar la naturaleza a escalas  atómicas y subatómicas con una gran precisión. Esta rama de la física desafía nuestro  sentido común y su surgimiento y posterior desarrollo fue posible gracias a la congregación  de las mentes más brillantes del siglo XX. 

La Mecánica Cuántica, es producto de un riguroso tratamiento matemático en cuyo marco  se desprende una realidad difícil de asimilar con nuestra experiencia cotidiana. Por ejemplo,  a diferencia de lo que sucede en la mecánica clásica, la descripción cuantitativa más  detallada (llamémosla “estado” del sistema) no es suficiente para poder determinar  categóricamente dónde se encuentra una partícula o qué velocidad lleva. Cabe aclarar aquí,  que esta indeterminación no procede de a un desconocimiento o falta de precisión por parte  del científico a la hora de realizar las medidas, sino que la naturaleza del mundo de las  pequeñas escalas es intrínsecamente indefinida. 

El movimiento de una partícula, en este contexto, puede ser explicado por una función  matemática llamada función de onda que es una forma de representar el estado de un  sistema cuántico. En el 1926, el físico alemán Max Born, junto con Niels Bohr y Werner  Heisenberg interpretaron la función de onda como una onda de probabilidad (aquí el  término “onda” aparece simplemente porque su forma es semejante a una ecuación de  onda), lo que significa que lo único que se puede calcular a partir del estado de un sistema  cuántico es la probabilidad de que una observación derive en uno u otro resultado. Esta  interpretación, es la considerada tradicional u ortodoxa en la MC y recibe el nombre de  interpretación de Copenhague. Esta nos lleva a uno de los aspectos más extraños de esta  loca teoría: por ejemplo, un electrón (sistema cuántico que usaremos por defecto) no se  encuentra en ninguna parte en especial, sino que se encuentra en todas las partes a la vez y  en una superposición de todos los estados posibles. Realizar una medición, obliga al  electrón a optar por una de las posibles posiciones y al conocerla con certeza, decimos  entonces que la función de onda ha “colapsado” a un valor definido. Una comprobación de  que este hecho es así, es el famoso experimento de la doble rendija.

ENTRELAZAMIENTO CUÁNTICO Y EINSTEIN EQUIVOCADO 

Seguramente todos alguna vez, ya sea en casa o en la escuela, picamos pequeños trozos de  papel y pasamos repetidamente una peinilla por el pelo para luego acercarla a los papelitos  y ver qué pasaba. Cuando se acerca el peine, cargado negativamente, hace que se  reorganicen los electrones del papel y que este se vea atraído. Esta fuerza de atracción es  generada por la presencia de cargas eléctricas, que son las que poseen las partículas en el  material (electrones). La carga eléctrica, al igual que la masa, decimos que es una  propiedad intrínseca de las partículas elementales, pero existe otra. 

Los electrones, junto con otras partículas, también poseen una propiedad física conocida  como el “espín”, que puede pensarse como un momento angular o giro intrínseco que  genera un campo magnético y hace que actúen como pequeños imanes. El primer  experimento donde fue confirmada esta propiedad fue el famoso experimento de Otto  Stern y Walther Gerlach realizado en 1922, aunque su interpretación no llegaría hasta 5  años más tarde. 

Al igual que existen magnitudes que se conservan como lo pueden ser la energía, existe un  principio que establece que el espín también debe conservarse. Podemos entonces hacer el  experimento mental de pensar que una partícula con espín nulo se desintegra en dos  partículas con espín no nulo que salen disparadas en direcciones opuestas. Por el principio  de conservación recién mencionado, el spin total de las dos partículas emitidas deberá tener  direcciones opuestas para que se cancelen y el neto de cero. Diremos en este punto, que las  partículas están “entrelazadas cuánticamente”, ya que el estado de una, no es independiente  del de la otra.  

Siguiendo la línea de la interpretación de Copenhague, los espines no deberían estar  definidos hasta que se realice una medición. Esperemos ahora a que las partículas estén  muy lejos la una de la otra y midamos el espín de una de ellas. Esto significa que,  instantáneamente, el valor del espín para la otra partícula queda automáticamente  establecido (sino violaría el principio de conservación). Por otro lado, la transferencia  inmediata de la información sobre el valor del espín que debe adquirir la partícula que no  ha sido medida, transgrede las bases de la Teoría de la Relatividad al no respetar el límite  de velocidad de transmisión de información por esta impuesta: el de la luz.

Aquí nos vemos en una encrucijada, que se puede resolver, aparentemente, de dos formas.  O la interpretación de la MC propuesta está mal o no es correcta la Teoría de la Relatividad  de Einstein. El experimento mental que acabamos de hacer fue la ingeniosa propuesta  planteada en 1935 en un artículo cuyos autores eran Albert Einstein, defendiendo su teoría  y estipulando que no existe tal “espeluznante acción a distancia”, junto con los físicos  Boris Podolsky y Nathan Rosen. El experimento se bautizó “Paradoja EPR”, por las  iniciales de los físicos que la idearon. 

No fue hasta 1964, que el físico John Bell publicó un trabajo que permitía poner a prueba la  paradoja. El experimento de Bell se hizo por primera vez en los 70’s por John Clauser y  Stuart Freedman y demostró que la famosa “espeluznante acción a distancia” era una  realidad, mostrando que EPR estaban equivocados y que Bohr tenía razón. A fin de cuentas,  el estado queda determinado solo cuando se realiza la medición, hecho que fue comprobado  numerosas veces después del experimento de Clauser y Freedman. En palabras del mismo  Bell: 

«Bohr era inconsistente, poco claro, porfiadamente oscuro, pero tenía razón.  Einstein era consistente, claro, con los pies en la tierra, pero estaba equivocado.» 

¿DOS PARTÍCULAS, O BRAHMAN? 

Siendo precisos, el entrelazamiento cuántico no implica una acción a distancia. Lo que EPR  estaban asumiendo, era que las partículas eran dos entes separados y aquí surge el error, lo  estaban pensando mal. ¿Pero, no lo son? ¡Si se las envía muy lejos espacialmente una de la  otra, incluso hasta podrían separarse años luz de distancia! 

La respuesta: una vez que un par de objetos están entrelazados, ya no representan elementos  disjuntos, sino que son en cierta medida, dos partes de una misma cosa. Como dijimos al  principio, en MC, describimos los sistemas de partículas por funciones de onda, que se  esparcen por todo el espacio. La sutileza está en que, cuando las entrelazamos, pasan a  compartir la misma función de onda y, por ende, al menos matemáticamente hablando, pasan  a describir el mismo objeto y por eso las partículas antes individuales son interdependientes.  Cuando mido una partícula, cambio la función de onda y ya que esta es compartida con ambas  partes del sistema, altero la otra también. 

Pero, ¿cómo pueden 2 partículas combinar sus funciones de onda? En realidad, tiene que ver puramente con la matemática, antes de que las partículas interaccionen y se entrelacen,  podemos separar las funciones de onda del sistema conjunto en el que describe a la partícula  uno y la que describe a la partícula dos. Una vez que interaccionan, no podemos señalar la  función de onda e identificar qué parte describe una y qué parte describe a la otra. Este hecho  se llama la “no separabilidad” y consiste en la imposibilidad de factorizar productos de  estados independientes para la función total, lo que hará que las distribuciones de  probabilidad para los observables (propiedad del estado de un sistema que puede ser medida  o deducida) de ambas partículas sean dependientes. Es como si las propiedades de las partes  se hayan repartido entre las dos, y este es el motivo por el que no importa cuán lejos las  partículas entrelazadas estén separadas, todavía están hiladas por su función de onda y se  afectan mutuamente.  

Estamos acostumbrados a que las propiedades de un objeto estén sobre o en el mismo objeto,  localizadas ahí. Pero en un sistema entrelazado, las propiedades pueden ser no locales. Esta  es un fenómeno muy raro de la MC que precisamente hace referencia a la “no localidad”,  característica que establece que un sistema en un lugar no depende solo de lo que pasa en su  entorno cercano, sino que existe una conexión instantánea entre diferentes regiones de  espacio y partículas, independiente de la distancia. 

No podemos pensar en los dos objetos como que si fuesen distintos y aquí reside el hecho de  que no se viola la Relatividad de Einstein. La MC parece no tener sentido con nuestra  concepción usual de espacio e incluso, algunos físicos piensan que el entrelazamiento  cuántico es más fundamental que el espacio mismo, ya que este emerge del entrelazamiento 

que conecta objetos en una vasta red de interacciones de dimensiones astronómicas. EL DIVORCIO DE LO SOMÁTICO 

En este sentido, hemos de abandonar nuevamente, como lo plantea el hinduismo, la  clasificatoria de cosas en partes más pequeñas, independientemente indistinguibles y  fraccionadas, para alcanzar el moksha y dejar atrás el maya, el engaño de lo separable. La  ciencia nos respalda. Si fuésemos capaces de percibir el mundo como una sola entidad,  veríamos las partículas en extremos opuestos del universo como parte de un todo que se  extiende alterando el espacio y el tiempo, como Brahman.

Cuando nos toque vivir la desdicha de perder a un ser querido o nos acompleje el juicio de  nuestra propia partida, tenemos ahora otra forma de fe a la que acudir: la que ve al hombre  como una parte integral del cosmos, infinito en espacio y también en tiempo. Que desdibuja  la muerte y la lejanía de los que se han ido. Quizás la muerte significa volver a la única patria 

que existe, al cosmos, que nos ha cedido sus átomos y energía para que podamos presenciar esta etapa breve de consciencia. A lo mejor nos convenga transitar esta vida como pasajeros agradecidos, que miran hacia las estrellas, y, por ende, hacia ellos mismos, ya que como decía  Sagan: «somos polvo de estrellas». Miremos hacia el pasado, a esas partículas conectadas  que crean el espacio y que nos impregnan de tiempo. ¿Y si la muerte no es el destino de un  naufragio? Quizás el único náufrago sea el tiempo mismo. O como decía Siddhartha, nos  convenga abolir este concepto y el concepto de los mapas de los abismos de la distancia. Y los conceptos mismos. A lo mejor somos los únicos artesanos creadores de tiempo, moldeadores de su forma y cadencia, o quizás solo exista “El instante”, que según Borges  versa: 

«El presente está solo. La memoria 

erige el tiempo. Sucesión y engaño 

es la rutina del reloj. El año 

no es menos vano que la vana historia. 

Entre el alba y la noche hay un abismo 

de agonías, de luces, de cuidados; 

el rostro que se mira en los gastados 

espejos de la noche no es el mismo. 

El hoy fugaz es tenue y es eterno; 

otro Cielo no esperes, ni otro Infierno».

 

Presentación del libro los peces que vienen de las nubes

 

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El miércoles 24 de julio se presentó el libro Los peces que vienen de las nubes, editado por el sello editorial DIRAC de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), en la Biblioteca de este servicio.

Participaron de la actividad: Leo Lagos, quien escribió el prólogo de la publicación y es editor de la sección ciencia de La Diaria; las editoras del libro María José Arezzo, Nibia Berois y Graciela García, así como también Bettina Tassino y Marcelo Loureiro, dos de los muchos investigadores/as y autores/as que dieron forma a los diferentes capítulos. 

Los peces, protagonistas de la publicación, son llamados peces anuales y pertenecen al género denominado Austrolebias. Viven en charcos temporales que se secan en verano. En ese momento, todos los adultos y juveniles mueren, pero cuando vuelven las lluvias y los charcos se inundan, estos peces tan especiales vuelven a aparecer. ¿Cómo lo hacen?

Los investigadoras e investigadores uruguayos, que hacen ciencia en nuestro país, nos develan cómo ocurre, año tras año, ese ciclo casi mágico que hace que cuando vuelven las lluvias, esos charcos, además de llenarse de agua, se llenan nuevamente de vida.

Como expresó Lagos en la presentación, este libro traslada el conocimiento científico a la sociedad en un lenguaje coloquial. “Está pensado para liceales, profesores de biología o grupos de ciencias”.

Para saber más sobre esta publicación entrevistamos a la Dra. en Biología Nibia Berois, Profesora Emérita de la Facultad de Ciencias de la Udelar e Investigadora Asociada del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (PEDECIBA).

Entrevista a a la Dra. en Biología Nibia Berois

¿Cómo surge la idea de esta investigación sobre los "peces que vienen de las nubes"?

Los peces anuales fueron descritos por Myers en 1952 y en los 60s y 70s Wourms y colaboradores (Estados Unidos) publicaron importantes datos sobre su ciclo de vida. En Uruguay, el Prof. Raúl Vázquez Ferreira, de la Facultad de Humanidades y Ciencias, estudió varias especies desde la morfología, taxonomía, y comportamiento. De este grupo surgieron algunos investigadores, entre ellos Graciela García, que seguirían su estudio, en este caso desde el punto de vista genético.

La idea de centrar un grupo de investigación, primero nacional y luego internacional, nace del peculiar ciclo de vida de estos peces, su gran diversidad a diferentes niveles, y su especial desarrollo embrionario. Estas características los hacen muy especiales para abordajes evolutivos e interdisciplinarios.

¿Cuánto tiempo llevó la investigación y como se conforma el grupo de investigadores?

El grupo de investigación responsable de la publicación tiene más de 25 años. Se fue conformando, primero alrededor de Graciela García, quien ya había publicado importantes aportes a la caracterización de los cariotipos y filogenias, al que se unió el grupo de Marcelo Loureiro, Zoólogo con sólida formación filogenética y en biología celular, dirigido por mi, especializado en reproducción y biología del desarrollo. De aquellos primeros años fueron surgiendo publicaciones y jóvenes investigadores que se fueron nucleando en torno a los temas iniciales y en otros nuevos (envejecimiento, comportamiento, filogenias y taxonomía con enfoques moleculares, comportamiento, etc.).

En estos años hemos publicado numerosos trabajos en revistas internacionales arbitradas, realizados simposios y formado recursos humanos de grado y de posgrado. En 2016 publicamos un libro internacional sobre los peces anuales con participación de investigadores de Estados Unidos, Brasil, República Checa, etc. que ya estaban trabajando en colaboración con nuestro grupo.

Las investigaciones continúan al presente y cada paso abre nuevos interrogantes y es así que las integrantes más actuales figuran en el libro.

Como editora de esta publicación ¿qué te deja esta experiencia?

Más allá de ser una de las editoras del libro, siempre he sentido, y así lo he enfatizado en mis alumnos, que un investigador tiene la tarea de hacerse preguntas, tratar de responderlas, hacer docencia y transmitir a la sociedad sus resultados. Para mí es un tema ético y tenemos la obligación de encontrar el lenguaje para llegar a toda la sociedad y en especial a los estudiantes de los niveles primario y secundario.

Los métodos son variados: talleres en escuelas, liceos, centros de UTU, ferias de ciencia, experimentos en la web, aprovechar el Plan Ceibal, entre otros.

Editar un libro de divulgación es una experiencia muy enriquecedora, el contacto con los autores de cada capítulo, la tarea de edición misma, excelentemente llevada adelante en este caso por DIRAC en la persona de Gabriel Santoro y un sin fin de puntos a solucionar.

En resumen, en lo personal la publicación me deja enriquecida en experiencia y en la certeza que divulgar la ciencia es una etapa más de construcción de ciudadanía y democracia.

¿Nos puedes adelantar algunos datos curiosos a descubrir en esta publicación?

El libro está pensado desde la tarea de asombrar, de contar historias, como señala ya el primer capítulo. Los peces anuales tienen características tan asombrosas que realmente fascinan y atraen a los que andamos por la vida queriendo saber cómo funciona esa maravilla que son los organismos vivos.

Como datos que encontrarán en su lectura, está el relato real de la vida de un estudiante de ciencias, sus dudas, sus aciertos, sus fracasos, sus vivencias. De los peces, se asombrarán de su corta vida adulta, que su hábitat se seque periódicamente (y lo que esto implica para las especies y en instancias de un cambio climático), sus detenciones del desarrollo o diapausas, aún con muchos interrogantes, su genoma gigante, semejante en tamaño al humano (en Austrolebias), su rápido envejecimiento y sus intrincados mecanismos de regulación génica.

Concurso fotográfico y literario
El Colectivo Memorias de Malvín Norte organiza dos concursos, uno de fotografía y otro literario. Para participar se deben enviar las fotos o narraciones al mail del colectivo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., teniendo en cuenta las consideraciones detalladas en las bases, con fecha límite el 12 de septiembre del presente año. Luego de evaluadas las participaciones, los/las ganadores/as de cada concurso serán premiados.
 
 

 

El concurso literario narrativo Malvín Norte está de cuento busca promoverla escritura creativa vinculada al barrio Malvín Norte que considere la diversidad y riqueza de las formas de vida presentes, rememorando anécdotas, rescatando
vivencias y compartiendo sentimientos que el barrio nos despierta. Así como el concurso fotográfico busca promover nuevas miradas del barrio Malvín Norte que considere la diversidad y riqueza de las formas de vida presentes, rememorando las anécdotas, rescatando las vivencias y compartiendo los sentimientos que el barrio nos despierta.

Jornadas de sensibilización en Maldonado sobre la situación actual de la tuberculosis

 

 

 

 

Las actividades de difusión fueron coordinadas por el grupo de investigación en Tuberculosis de la Sección Bioquímica de la Facultad de Ciencias de la Udelar en colaboración con la Mesa Interinstitucional de Tuberculosis de Maldonado, dirigida por la Dirección Departamental de Salud del Ministerio de Salud Pública.

Este grupo de investigación, liderado por la Profesora Adjunta Andrea Villarino y la Asistente Mariana Margenat, junto a la estudiante de doctorado Gabriela Betancour, ha llevado a cabo diversas actividades de divulgación con el apoyo de diferentes entidades. Actualmente, se encuentran trabajando en el proyecto "Ayudamos a prevenir, hagamos visible desde la ciencia, una pandemia que no se ve: la Tuberculosis", financiado por el programa Equidad, Investigación y Sociedad (EQUIS) del Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas (PEDECIBA).

Las actividades de difusión que involucra el proyecto, ya realizadas en Montevideo, han sido llevadas a departamentos del interior en donde la prevalencia de la enfermedad es mayor, como es el caso de Maldonado.

En esta ocasión, la responsable de este proyecto es la estudiante de doctorado Gabriela Betancour, y en él también participan las Dras. Andrea Villarino, Mariana Margenat y Dr. Ignacio López, y los estudiantes de grado Valentina Hergatacorzian y Fabio Saavedra.

En este marco, en el departamento de Maldonado se realizan jornadas para abordar diversos aspectos relacionados con la tuberculosis, a través de exposiciones en diferentes instituciones de Maldonado, como escuelas, policlínicas y hospitales, con el objetivo de concientizar a la población sobre la importancia de la enfermedad. La actividad también forma parte de un proyecto de extensión de la facultad sobre prevención de la Tuberculosis.

Algunas actividades realizadas en Maldonado:

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En el mes de junio, en la Escuela Nro. 95 del barrio Maldonado Nuevo, se llevó a cabo una exposición en la que se presentó el equipo de trabajo y se abordaron aspectos básicos de la enfermedad infecciosa. Posteriormente, se organizó a los escolares en grupos para que pudieran visitar 4 stands preparados con distintas temáticas que involucraban un enfoque lúdico de aprendizaje para profundizar en algunos conceptos.

Por otro lado, en la exposición que se realizó en la Casa de la Mujer se abordaron las características de la enfermedad, se desmitificaron creencias erróneas, se presentó la tasa de incidencia y cifras generales relacionadas con el impacto clínico de la tuberculosis.

En tanto, en la Policlínica Vigía-RAP-ASSE se desarrolló una actividad de exposición e interacción con los pacientes que se encontraban en la sala de espera. Se abordaron temas generales relacionados con la enfermedad, sus síntomas y tratamiento. Durante esta sesión, se distribuyó el cómic titulado "¡FELICES 100 AÑOS BCG!" y se generó un espacio para que los asistentes compartieran sus experiencias personales.

En todas las ocasiones, se reiteró el mensaje principal: es crucial estar atentos a los síntomas de la enfermedad para poder identificarla. Se enfatizó que la tuberculosis es una enfermedad curable que requiere un tratamiento prolongado, pero efectivo. Completar el tratamiento es clave para proteger a la comunidad en general, reduciendo así el riesgo de nuevas variantes resistentes de la enfermedad, siendo fundamental el papel del personal de salud como apoyo y guía en el transcurso de la enfermedad..

En las actividades de difusión se utilizaron materiales producidos por la Comisión Honoraria para la Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes (CHLA-EP), Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el equipo de ComicBacterias (comicbacterias.com).

Este artículo pertenece a una serie de notas elaboradas en el marco del Taller de escritura de Divulgación Científica 2023. Fue elaborada por Rafaela López, estudiante de la Facultad de Ciencias,  y posteriormente publicada en la diaria (18 en enero de 2024). 

 

No es sapo de otro pozo: determinando a qué especie pertenece el sapo Ruperto

 

Escribe Rafaela López

 

El Sapo Ruperto, personaje de Roy Berocay, es oriundo del balneario de Canelones. Basándose en lo que sabemos del sapo a través de sus libros y de la zoología, Rafaela López, estudiante de Facultad de Ciencias, escribió esta nota para el Taller de escritura de divulgación científica. 

Quién no ha leído o al menos escuchado hablar del mítico Sapo Ruperto, este personaje tan carismático que, desde la orilla del arroyo Solís Chico y sus alrededores, ha perdurado en la cultura uruguaya y en la infancia de muchos jóvenes. Durante mi niñez, encontré en las aventuras de Ruperto risas y suspenso, al tiempo que fue generando un gran interés por el lugar en que vivía el detective y por sus habitantes tan variados. Las andanzas de Ruperto me atrapaban entonces. Y también ahora. 

Ruperto pertenece al orden de los anuros, donde se encuentran los sapos y ranas, animales de suma importancia en la fauna uruguaya y que, a su vez, son excelentes bioindicadores del estado de los ecosistemas. Aunque muchas veces hemos oído hablar de sapos y ranas, realmente no hay algo que los diferencie taxonómicamente, siendo estos términos apenas nombres comunes que les damos a algunos de ellos. Aun así, intentaré aquí, víctima de la fascinación que Ruperto ejerció y sigue ejerciendo sobre mí, determinar a qué especie o familia pertenecería este gran sapo detective. O al menos eso espero. 

"Ruperto, el sapo detective más famoso del arroyo Solís Chico"

Según la obra de Roy Berocay, nuestra entrañable superestrella vive en el balneario Parque del Plata. De hecho, allí, en la rambla que bordea al arroyo, hay una escultura que nos lo recuerda. Empecemos por allí entonces. 

En esa zona del departamento de Canelones habitan bastantes especies de anuros tales como el sapito oval o sapito panza amarilla (Elachistocleis bicolor), la rana boyadora (Pseudis minuta), la macaquito (Pseudopaludicola falcipes), el escuerzo chico (Odontophrynus americanus), la rana común (Leptodactylus latrans), la ranita roncadora (Scinax granulatus), la ranita del zarzal (Boana pulchella) o el sapito de jardín (Rhinella dorbignyi). 

¿Pertenecerá a alguna de estas especies el detective Ruperto? Descubrirlo requerirá de la visión aguda que tanto nos ha enseñado a usar el mejor detective del Solís Chico. 

Buscando evidencia 

Ruperto es un sapo que vive en una cueva y según nos cuentan el narrador u otros personajes, su dieta consiste en insectos como moscas y mosquitos. También sabemos que en general no come ni hormigas ni luciérnagas, ya sea porque son sus amigas y vecinas o porque no son de su gusto. Con esto, y averiguando un poco más, tal vez sea más fácil conocer a qué especie pertenece Ruperto, o por lo menos hacernos una idea. 

De la lista de anfibios que viven en Parque del Plata, sólo tres viven en cuevas. Estos son el sapito de jardín (Rhinella dorbignyi), que presenta hábitos terrestres, fosoriales y caminadores; el escuerzo chico (Odontophrynus americanus), cuyas patas traseras llevan grandes callos o tubérculos que usa a modo de pala para enterrarse; y la rana común (Leptodactylus latrans), que puede ocupar refugios naturales o cuevas construidas por otros animales.Aunque no en las tres especies se especifica un hábito fosorial, total o parcial, se deduce por el tipo de patas que presentan y las adaptaciones de estas; donde se puede ver una pata con tubérculo metatarsal es sobre todo en la especie Odontophrynus americanus y aún mayor desarrollado en el sapito de jardín Rhinella dorbignyi. Por lo tanto, podemos deducir que hay mayor probabilidad de que pertenezca a una de esas dos especies a que pertenezca a la especie Leptodactylus latrans, que, por un lado, tiene una pata poco adaptada a un hábito fosorial y, por otro, implicaría que Ruperto es un ocupa de una cueva ajena. 

Si nos centramos en la dieta, los anuros que viven en cuevas de la zona se alimentan de distinta forma: el sapito de jardín (Rhinella dorbignyi) tiene una dieta que consta mayormente de hormigas y puede complementarla con pequeños artrópodos tales como coleópteros y arácnidos; el escuerzo chico (Odontophrynus americanus), si bien tiene una dieta generalista, de juvenil incluye en ella moluscos, coleópteros y hormigas, y de adulto arañas, coleópteros y larvas de insectos; finalmente, Leptodactylus latrans tiene una dieta generalista, en la que incluye coleópteros, arañas y larvas de insectos. 

La especie que más coincide con las características de Ruperto en cuanto a su alimentación es entonces el sapito de jardín Rhinella dorbignyi. Asimismo, podemos ir descartando a Leptodactylus latrans por poca congruencia de vivienda y dieta.

Mirando la plancha 

Ahora se podría hilar más fino y pretender comparar la coloración de Ruperto y las dos especies candidatas. Odontophrynus americanus presenta una coloración dorsal marrón o parda, con una línea vertebral clara y manchas grandes oscuras. La piel es verrugosa con glándulas muy conspicuas que suelen estar vivamente coloreadas. El vientre es blanco con gránulos muy notorios. Rhinella dorbignyi posee un dorso de color verde o castaño con manchas oscuras irregulares, un vientre de color blanquecino amarillento, y casi todos los ejemplares llevan una línea vertebral de color amarillo. 

Por lo que conocemos de Ruperto, mayormente se muestra verde, así que es algo compleja la comparación de un espécimen completamente simplificado en un dibujo y dos especímenes descritos en detalle de los que hay abundantes fotos. Aun así podríamos continuar simplificando los detalles de estos dos especímenes, quedando Odontophrynus americanus como un sapo mayormente marrón, con manchas claras y oscuras y con una panza clara, y Rhinella dorbignyi como un sapo verde o castaño, también con algunas manchas, con una línea en su espalda y una panza clara. 

Ambos difieren bastante sobre todo por las manchas que presentan, pero si por un momento ignoramos eso y nos fijamos en el color que predomina en ambos, se podría decir que Odontophrynus americanus no encaja tanto por su coloración más marrón y Rhinella dorbignyi se asemeja más, ya que generalmente es verde, aunque presente esa línea en su espalda que Ruperto nunca tuvo. 

De la fisonomía de Ruperto podría decirse que es ancho, de boca grande y redondeada, patas medianamente cortas y ojos grandes. En este caso el que más coincidiría es Odontophrynus americanus, que tiene tanto el hocico como el cuerpo redondeados, siendo este último de aspecto globoso. La cabeza también es redondeada, más ancha que larga y no presenta crestas. Además, tienen ojos grandes que sobresalen. 

Por lo tanto, ¿qué aspectos habría que ignorar y cuáles seleccionar para definir a cuál pertenece Ruperto? Tal vez no sea ninguno de los dos. Aun así, me inclinaría a decir que a pesar de determinados aspectos, el sapito de jardín Rhinella dorbignyi es el que más se le asemeja, debido a que también presenta un cuerpo robusto que posee extremidades cortas, cabeza ancha y hocico corto, aunque no tenga ojos que resaltan. A eso hay que sumarle la coloración mayormente verde que es tan característica de Ruperto. 

Realmente no podemos hacer más que hacer un esfuerzo o incluso imaginar a qué especie pertenece el detective Ruperto. Eso es esperable, ya que hablamos de un ser de ficción del que vagamente conocemos sus hábitos, comportamientos y demás claves biológicas. Es más, su comportamiento está muy lejos de como se comportan normalmente los sapos: usa sombrero y gabardina y sale a resolver misterios con sus ojos poco perspicaces pero llenos de entusiasmo y valentía. Pero justamente, por ese afán de resolver asuntos que nos inculcó Ruperto, es que vale la pena el intento. No creo que Ruperto quisiera que nos conformáramos con lo que se nos da, y seguro aprobaría que saliéramos en busca de nuevas preguntas y posibles respuestas, creando y descubriendo nuestra propia realidad. Roy Berocay se inspiró en nuestros anuros y en Parque del Plata para crear a su personaje, que luego hizo su propio camino. Traer ahora al sapito de jardín, lejos de quitarle magia, sólo potencia su genial creación.

 

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