El 18 de junio, la Facultad de Ciencias recibió la visita del cosmonauta ruso Sergei Prokópyev, en el marco del proyecto Uruguay–Rusia: Diplomacia Espacial. La actividad, dirigida a estudiantes y docentes, combinó la proyección de una película filmada en la Estación Espacial Internacional (ISS) con una charla abierta sobre ciencia, tecnología y cooperación internacional.

El film incluyó imágenes de las etapas previas al despegue, con escenas de la despedida de la tripulación a sus familiares, el momento del lanzamiento y la rutina diaria en el espacio. También se mostraron instancias de convivencia como celebraciones de cumpleaños, una caminata espacial con vistas de la Tierra desde el exterior de la estación y, finalmente, el regreso a la Tierra con el proceso de aterrizaje.


Durante su intervención, Sergei Prokópyev —comandante de misión y cosmonauta activo— compartió su experiencia a bordo de la ISS y reflexionó sobre los desafíos personales y científicos de las misiones espaciales.


“Nuestro mayor miedo es no volar”


Consultado sobre el momento de mayor tensión que vivió como cosmonauta, Prokópyev relató:


“Mi primer despegue fue el momento más tenso. Había muchos nervios, porque todo tenía que salir perfecto. A veces me preguntan si sentí miedo, pero para nosotros el mayor miedo es no volar”, afirmó.


La exigente preparación para convertirse en cosmonauta implica años de formación teórica a los que se suman entrenamientos físicos y psicológicos: vuelos en avión, saltos en paracaídas, supervivencia en condiciones extremas y hasta pruebas de resistencia de 68 horas de observación continua.


“No todos superan la prueba psicológica. Es una de las más duras, porque muestra si alguien puede soportar largos períodos en el espacio sin sufrir crisis”, explicó.


El cosmonauta, que acumula un total de 567 días en el espacio, hizo énfasis en la preparación física y su carácter obligatorio incluso en la estación, donde deben dedicar al menos 2 horas y media a la actividad física.


De Ekaterimburgo al espacio: un sueño posible


Prokópyev recordó cómo nació su vocación:


“Mis padres se conocieron en un club de cosmonautas. Mi madre siempre se lamentó de que no iba a ser la primera mujer cosmonauta. Yo me crié en Ekaterimburgo, una ciudad en las afueras de Moscú, y tenía un sueño muy lejano, pero sabía que la condición de piloto me podía llevar a ser parte de algo así”.


Después de doce años en la Fuerza Aérea, fue seleccionado como parte del cuerpo de cosmonautas. Prokópyev destaca que el camino hacia el espacio se ha abierto a otras disciplinas:


“El 50% de los cosmonautas actuales son ingenieros. También hay programadores, médicos, y en estos momentos se encuentra abierta la inscripción para que cualquier ciudadano ruso acuda. Ahora es mucho más accesible”, explicó

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Ciencia sin fronteras: el rol de los países pequeños


Durante el intercambio, Prokópyev valoró el aporte de los países pequeños en la investigación espacial y se refirió al hecho de que la Estación Espacial Internacional es un proyecto espacial muy grande en el que originariamente eran 16 países los que tomaron la decisión de construirla, por lo que se consideraba que los cosmonautas que tomaran las decisiones sobre la estación debían ser parte de esos 16 países. Hoy, según Prokópyev, las cosas han cambiado y también participan muchos otros países en el proyecto.


“En la ISS participan más de 100 países y universidades. En mi primer viaje lanzamos satélites fabricados por estudiantes de una universidad en Perú”.


Y agregó:


“La conquista de Marte solo se logrará únicamente con esfuerzo internacional. En la foto de mi primer viaje, la tripulación internacional estaba conformada por un ingeniero astronauta alemán, un astronauta estadounidense de la NASA y yo. Esto es un ejemplo de cómo hay que armar y crear alianzas entre nuestros países, especialmente en esta época tan difícil, la cooperación en el espacio es un ejemplo”.


Ciencia en ingravidez: investigaciones clave


Prokópyev describió las seis vías de investigación que se trabajan en la ISS: medicina en el espacio, biología espacial, observación de la tierra en el espacio, observación de objetos espaciales, estudios de los materiales en el espacio y metodología de la conquista del espacio. Esta última, apunta a la perspectiva de vuelos más prolongados con el objetivo de controlar otros planetas del sistema solar.


“En lo personal lo que más recuerdo es la impresión 3D en el espacio de los tejidos de un organismo vivo de la glándula tiroides del murciélago y algunos huesos. Eso fue en el segmento de la ciencia rusa y en el segmento de la ciencia norteamericana están haciendo impresiones 3D de meniscos de la rodilla y tienen mucha perspectiva para el futuro”, afirmó.


También mencionó el uso de fotobiorreactores con spirulina, capaces de producir alimento para misiones de larga duración.


Una experiencia transformadora


La visita culminó con una reflexión sobre la importancia del trabajo en equipo en el espacio, el manejo del estrés y la adaptación a condiciones extremas, desde cómo se duerme sin gravedad, hasta la emoción de oler por primera vez la Tierra al regresar. Respecto a esto último, se pudo ver en el film cómo apenas el cosmonauta llega a tierra y abre la escotilla, el personal que lo asiste le da una sandía para que sienta el aroma.


“Cuando la cápsula se abre y entra el primer aire de la Tierra, es como sentir el olor a casa”, compartió con emoción.


Cooperación, ciencia y futuro


La visita del cosmonauta Sergei Prokópyev forma parte de una serie de actividades impulsadas para fortalecer los lazos científicos y culturales entre Uruguay y Rusia. El proyecto continuó el 19 de junio con una mesa redonda en el Planetario de Montevideo, con la participación de instituciones organizadoras y referentes académicos en ciencia, tecnología y diplomacia.


La jornada fue organizada por la Casa de Karamzín en Uruguay, la Fundación de Industrias Creativas de la Provincia de Uliánovsk (Rusia), la Corporación Estatal ROSCOSMOS y el Planetario de Nízhni Nóvgorod. También contó con el apoyo de la Intendencia de Montevideo, el Planetario de Montevideo y la Embajada de la Federación de Rusia.

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